La trocanteritis, también conocida como bursitis trocantérica, es una afección que afecta a muchas personas, especialmente mujeres a partir de los 40 años. Se manifiesta con un dolor punzante y persistente en la parte lateral de la cadera, justo sobre el trocánter mayor, esa prominencia ósea que puedes notar al tocarte el costado de la cadera. Esta dolencia puede interferir seriamente con la calidad de vida, afectando desde el descanso nocturno hasta la movilidad diaria.
Una de las preguntas más frecuentes que se hacen los pacientes es: ¿es bueno caminar con trocanteritis? La respuesta no es tan sencilla como un sí o un no, y depende de múltiples factores que exploraremos en detalle en este artículo.
¿Qué es la trocanteritis y por qué duele tanto caminar?
La trocanteritis se produce cuando hay inflamación en las bursas que se encuentran sobre el trocánter mayor del fémur. Las bursas son pequeñas bolsas llenas de líquido que actúan como amortiguadores entre los huesos, tendones y músculos. Su función es reducir la fricción durante el movimiento. Sin embargo, factores como una sobrecarga muscular, malas posturas, traumatismos o incluso ciertas enfermedades reumáticas pueden hacer que estas bursas se inflamen.
Cuando se produce esta inflamación, caminar —una actividad tan básica como necesaria— se convierte en una fuente de molestia o incluso de dolor agudo. Al andar, el glúteo medio y el glúteo menor se activan, y si estos músculos están inflamados o comprometidos, su roce con la bursa afecta directamente al trocánter, causando dolor en cada paso.
En ocasiones se puede confundir con el síndrome del piramidal, ya que el dolor ronda la misma zona.
Caminar con trocanteritis: ¿sí o no?
Este es el gran dilema. Y la respuesta depende de la intensidad del dolor, del momento del tratamiento en el que se encuentre el paciente y de la forma en que se camina.
En fases agudas, cuando el dolor es intenso y limita incluso el descanso, lo más prudente es reducir la actividad física. En esta etapa, caminar puede empeorar la inflamación, retrasar la recuperación e incluso cronificar la dolencia si no se acompaña de un tratamiento adecuado.
En fases subagudas o de recuperación, caminar puede ser beneficioso, siempre y cuando se haga bajo supervisión profesional y sin que el dolor aumente. En esta etapa, el cuerpo necesita recuperar movilidad, fuerza y funcionalidad, y caminar de forma controlada y consciente es una excelente manera de favorecer el flujo sanguíneo y mantener la articulación activa sin sobrecargarla.
Beneficios de caminar cuando se tiene trocanteritis
Caminar, si se realiza con moderación y conciencia corporal, puede aportar múltiples beneficios en la recuperación de una trocanteritis:
- Estimulación del flujo sanguíneo: mejora el aporte de oxígeno y nutrientes a los tejidos dañados.
- Prevención de la rigidez articular: evita que la cadera se “congele” y pierda rango de movimiento.
- Fortalecimiento progresivo de la musculatura estabilizadora: indispensable para evitar recaídas.
- Mejora del estado anímico: el dolor persistente puede tener un impacto emocional importante, y caminar puede contribuir a liberar endorfinas que alivian el malestar general.
Eso sí, debe hacerse en condiciones controladas: evitar terrenos irregulares, caminar a ritmo lento, usar calzado adecuado y parar ante el mínimo síntoma de dolor agudo.
¿Cuándo es contraproducente caminar con trocanteritis?
Caminar puede ser perjudicial cuando:
- El dolor se intensifica durante o después de caminar.
- Se presentan signos de inflamación activa: enrojecimiento, aumento de temperatura local o hinchazón.
- Hay compromiso de la marcha (cojera evidente), ya que esto puede descompensar la postura y generar nuevas lesiones.
- No se ha iniciado aún un tratamiento específico para tratar la causa subyacente de la inflamación.
Ignorar estas señales y forzar el ejercicio físico puede no solo retrasar la recuperación, sino generar lesiones adicionales en estructuras compensatorias como la columna lumbar, la rodilla o incluso el tobillo.
Tipos de ejercicios recomendados si tienes trocanteritis
Además de caminar con prudencia, hay una serie de ejercicios que pueden ser muy beneficiosos para quienes sufren esta afección:
- Estiramientos suaves de glúteo medio, piriforme y banda iliotibial.
- Ejercicios isométricos de glúteo medio (como levantar la pierna lateralmente acostado sin dolor).
- Fortalecimiento del core y de la musculatura lumbar, que ayuda a estabilizar la pelvis.
- Movilidad de cadera con movimientos lentos y controlados, sin llegar a los rangos dolorosos.
La clave está en personalizar el programa de ejercicios. Lo ideal es contar con la guía de un fisioterapeuta, quien sabrá adaptar los movimientos según el grado de inflamación y el progreso del paciente.
Consejos para caminar sin empeorar la trocanteritis
Para quienes decidan incorporar caminatas a su proceso de recuperación, estos consejos son oro puro:
- Usar calzado amortiguado y con buen soporte: evitar suelas planas o zapatos duros.
- Caminar en superficies planas y sin inclinaciones.
- Evitar los paseos largos al principio: mejor salir varias veces al día por períodos cortos.
- Incorporar pausas cada 5-10 minutos si el dolor comienza a molestar.
- Aplicar frío local tras caminar para reducir posibles rebrotes inflamatorios.
- Controlar la postura durante la marcha, evitando descompensaciones de cadera o inclinaciones de tronco.
Errores comunes al tratar de mantenerse activo con trocanteritis
Muchos pacientes bienintencionados terminan empeorando su condición por cometer errores como:
- Forzar la actividad física sin escuchar al cuerpo.
- No complementar el ejercicio con un tratamiento terapéutico específico, como fisioterapia o antiinflamatorios.
- Ignorar la biomecánica del cuerpo: una dismetría de piernas o un mal apoyo plantar pueden agravar la lesión si no se corrigen.
- Descansar en exceso, lo que genera atrofia muscular y rigidez articular.
El equilibrio entre actividad y reposo es la piedra angular del tratamiento.
Tratamientos complementarios al ejercicio para la trocanteritis
Caminar puede formar parte del tratamiento, pero difícilmente es suficiente por sí solo. Estos son algunos tratamientos que se utilizan en combinación:
- Terapia manual y fisioterapia específica: para liberar tensiones y corregir disfunciones biomecánicas, un buen masaje puede aliviar el dolor.
- Electroterapia, ultrasonido o punción seca, aplicados por profesionales.
- Medicación antiinflamatoria, bajo prescripción médica.
- Infiltraciones con corticosteroides, en casos más resistentes.
- Cambios en la rutina postural y laboral, si la causa de la trocanteritis tiene un componente repetitivo o de sobrecarga.
Cuándo acudir al especialista: señales de alerta
Hay ciertos signos que indican que caminar, o incluso continuar con un tratamiento conservador, ya no es suficiente. En estos casos es fundamental acudir a un traumatólogo:
- El dolor persiste por más de 4-6 semanas pese al tratamiento.
- Hay dificultad para dormir del lado afectado.
- Aparecen síntomas neurológicos: debilidad, pérdida de sensibilidad, irradiación del dolor.
- Se ha intentado caminar, pero el dolor empeora progresivamente.
Una buena evaluación médica puede descartar patologías asociadas como tendinopatías, roturas parciales o incluso artrosis de cadera.
¿Cómo mantenerte activo sin agravar la trocanteritis?
Caminar con trocanteritis puede ser beneficioso, siempre que se haga en el momento adecuado, con el enfoque correcto y bajo supervisión profesional. No se trata de inmovilizarse, pero tampoco de forzar un cuerpo que está pidiendo recuperación. La clave está en el equilibrio: mantenerse activo, pero sin dolor. Escuchar al cuerpo, adaptar la actividad física y complementar el ejercicio con tratamientos específicos es el camino más seguro hacia la recuperación total.
En definitiva, sí, caminar puede ser bueno con trocanteritis, pero no siempre ni en cualquier condición. La personalización del tratamiento es la base del éxito.