Si padeces dolor de hombro y te duele al elevar el brazo, es probable que tengas una tendinitis del supraespinoso o tendinopatía. Para ayudarte con el diagnóstico y sus posibles tratamientos, a continuación te explico qué es y cómo se trata esta lesión.
¿Qué es la tendinitis del supraespinoso?
La tendinitis del supraespinoso es una de las lesiones más comunes del hombro, particularmente entre personas activas, trabajadores manuales y deportistas. Este problema surge cuando el tendón del músculo supraespinoso, que forma parte del manguito rotador, se inflama por sobreuso, movimientos repetitivos o traumatismos.
Este tendón es esencial para levantar el brazo y estabilizar la articulación del hombro. Cuando se inflama, incluso los movimientos más simples, como peinarse o alcanzar un estante, pueden provocar un dolor agudo y persistente.
Es fundamental entender que esta lesión puede empeorar si no se trata a tiempo. Con frecuencia, comienza como una simple inflamación, pero puede evolucionar hacia una tendinosis o incluso una rotura parcial o total del tendón, lo que complica significativamente su recuperación.
Causas comunes de la tendinitis del supraespinoso
Las causas principales de esta lesión están relacionadas con movimientos repetitivos del brazo por encima de la cabeza. Entre las más frecuentes se encuentran:
- Deportes como tenis, natación, levantamiento de pesas o béisbol.
- Trabajos que requieren esfuerzo repetido con los brazos elevados: pintores, carpinteros, mecánicos.
- Traumatismos directos sobre el hombro.
- Problemas estructurales como el acromion curvo o en forma de gancho, que reduce el espacio subacromial.
- Degeneración natural del tendón por envejecimiento, que disminuye su capacidad de regeneración.
A menudo, estas causas se combinan. Por ejemplo, una persona de mediana edad que trabaja cargando peso y además entrena en el gimnasio puede tener una predisposición alta a desarrollar esta tendinitis.
Síntomas característicos de la tendinitis del supraespinoso
El síntoma principal es el dolor localizado en la parte superior del hombro, que puede irradiarse hacia el brazo. Este dolor se intensifica al realizar movimientos como levantar el brazo lateralmente, dormir sobre ese lado o intentar alcanzar objetos en altura.
Otros síntomas frecuentes incluyen:
- Debilidad muscular en el hombro.
- Sensación de «clic» o «crujido» al mover el brazo.
- Dolor nocturno que interfiere con el sueño.
- Limitación de movimiento, especialmente en la rotación o elevación del brazo.
Una señal de alarma es cuando el dolor persiste más de dos semanas sin mejoría, o cuando impide actividades básicas cotidianas. En esos casos, lo ideal es consultar a un especialista en traumatología o fisioterapia.
Diagnóstico: cómo identificar la tendinitis del supraespinoso
El diagnóstico es principalmente clínico, pero suele apoyarse en pruebas de imagen para confirmar la inflamación del tendón y descartar roturas.
Durante la consulta, el especialista evaluará:
- La historia clínica del paciente.
- La movilidad y fuerza del hombro.
- Pruebas específicas como el “test de Neer” o el “test de Hawkins-Kennedy”.
Las pruebas de imagen más utilizadas son:
- Ecografía: permite ver en tiempo real la inflamación o rotura del tendón.
- Resonancia magnética (RMN): muy útil para observar el estado del tendón y estructuras adyacentes.
- Radiografía: aunque no muestra tejidos blandos, puede revelar anomalías óseas que contribuyen al pinzamiento del tendón.
La combinación de examen físico y pruebas por imagen permite al especialista confirmar si se trata de una tendinitis simple, una tendinosis crónica o una rotura parcial o completa del tendón.
Tratamientos conservadores para la tendinitis del supraespinoso
En la mayoría de los casos, la tendinitis del supraespinoso se trata con éxito sin necesidad de cirugía. Las estrategias conservadoras más comunes incluyen:
- Reposo relativo: evitar movimientos que causen dolor, pero sin inmovilizar totalmente el hombro.
- Aplicación de hielo: especialmente en las primeras fases para reducir la inflamación.
- Antiinflamatorios no esteroideos (AINEs): como ibuprofeno o diclofenaco.
- Infiltraciones: en casos más severos, se pueden aplicar corticosteroides directamente en la zona subacromial para disminuir el dolor.
- Ondas de choque: una terapia física que estimula la regeneración del tejido tendinoso.
El tratamiento debe estar siempre supervisado por un profesional, ya que el uso inadecuado de infiltraciones o el exceso de reposo puede empeorar el problema a largo plazo.
Fisioterapia, masaje y ejercicios recomendados
La fisioterapia es la piedra angular en el tratamiento de esta patología. Un buen programa debe incluir:
- Movilización pasiva y activa asistida para recuperar rango de movimiento sin forzar el tendón.
- Fortalecimiento progresivo del manguito rotador y de los músculos escapulares.
- Terapia manual y técnicas de liberación miofascial, que ayudan a reducir la tensión muscular.
- Ejercicios con bandas elásticas como el trabajo en rotación externa e interna del hombro.
- Propiocepción: ejercicios para mejorar el control y estabilidad del hombro.
Uno de los ejercicios más recomendados es el “ejercicio pendular” o “de Codman”, que ayuda a movilizar el hombro sin carga directa sobre el tendón.
La clave está en la constancia y en realizar los ejercicios bajo supervisión en las primeras semanas. El progreso es gradual, pero efectivo cuando se sigue con disciplina.
Opciones quirúrgicas: ¿cuándo son necesarias?
La cirugía se considera solo en los siguientes casos:
- Fracaso del tratamiento conservador tras 3 a 6 meses.
- Rotura parcial o completa del tendón confirmada por imagen.
- Pinzamiento severo por estructuras óseas.
- Dolor incapacitante que afecta severamente la calidad de vida.
El procedimiento más habitual es la artroscopia de hombro, una cirugía mínimamente invasiva que permite:
- Eliminar tejido inflamado.
- Realizar descompresión subacromial.
- Reparar el tendón si hay rotura.
La recuperación quirúrgica suele requerir fisioterapia intensiva postoperatoria y puede extenderse de 3 a 6 meses dependiendo de la gravedad de la lesión.
Prevención y cuidados a largo plazo de la tendinopatía
Evitar recaídas es clave, especialmente en personas activas o con factores de riesgo. Algunas recomendaciones preventivas incluyen:
- Calentamiento adecuado antes de cualquier actividad física.
- Fortalecimiento regular del manguito rotador y los músculos del tronco.
- Corrección de posturas incorrectas, especialmente al trabajar en escritorio o levantar peso.
- Evitar movimientos repetitivos prolongados con el brazo elevado.
- Revisión periódica con un fisioterapeuta si se ha tenido esta lesión previamente.
Además, mantener una alimentación rica en colágeno, vitamina C y antioxidantes puede ayudar a la regeneración tendinosa y prevenir lesiones crónicas.
Abordando la tendinitis del supraespinoso de manera efectiva
La tendinitis del supraespinoso puede parecer una lesión menor, pero si no se trata a tiempo, puede convertirse en un problema crónico que limite tu calidad de vida. Por eso, es fundamental actuar en cuanto aparecen los primeros síntomas: consultar a un especialista, iniciar tratamiento conservador y, sobre todo, seguir un tratamiento bien planificado.
Si padeces o sospechas de esta lesión, recuerda: actuar temprano marca la diferencia. Con disciplina, tratamiento adecuado y algo de paciencia, es completamente posible recuperarse y volver a una vida activa sin dolor.